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| San Benito Abad |
Él, insatisfecho con el tipo de disciplina imperante y atraído por la vida solitaria se mantuvo firme en su creencia de que las normas del ascetismo del desierto, practicadas dentro de la comunidad monástica, eran lo más cercano al ideal de vida religiosa y esto lo quería vivir siguiendo genuinamente la regla de San Benito.
La iniciativa de San Roberto fue emprender con sus compañeros la fundación de Molesme. Pero, al aumentar el número de monjes, reapareció el problema crucial: la correcta interpretación de la Regla de San Benito. El grupo de Roberto, incluidos Alberico y Esteban Harding, llegó a una importante conclusión: para volver a vivir según los ideales básicos del monaquismo, era necesario que los monjes retornaran a la pureza de la Regla, y rechazaran las interpretaciones posteriores o modificaciones de cualquier índole.
Así, buscando este fin marcharon hacia un lugar adecuado, llegando a Citeaux, donde fundaron el NUEVO MONASTERIO, Cister, era el año 1098.
Cister significó una amplia oportunidad para aquellos que estaban dispuestos a seguir las virtudes heroicas de los Padres del Yermo y, al mismo tiempo, salvó el carácter cenobítico de la vida monástica y la autoridad de san Benito y su Regla.
Cister llegó a alcanzar un gran desarrollo y expansión con San Bernardo de Claraval (1090-1153), considerado el maestro espiritual en la Orden.
La restauración de la Regla Benedictina llevada a cabo por la Orden del Císter se centraba en el ascetismo monástico apoyado por el silencio y la soledad, el rigor litúrgico pues para cantar las alabanzas del Señor vinieron los monjes al monasterio, y el trabajo manual al que tanta importancia concedió San Benito y cuyo abandono es sintomático de la relajación del monacato.
Actualmente la Orden Cisterciense está formada por muchos Monasterios agrupados algunos en Congregaciones, entre las cuales, en España, está La Congregación de la Regular Observancia de San Bernardo o de Castilla.
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Historia de San Bernardo de Claraval.
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